Ataque y defensa: lo qué revela el ataque de las orcas y la defensa de ballenas en Península Valdez


Hace unos días se viralizaron en las redes sociales imágenes de una cacería de orcas sobre una cría de ballena franca austral. Este hecho cotidiano en la naturaleza, ocurrió en una zona turística y eso permitió registrar en video de alta calidad la interacción entre estas dos especies, en un sitio clave de la costa chubutense.

En las costas de la provincia de Chubut hay una fauna abundante. Entre esas especies, dos destacan por su tamaño, elegancia y belleza: orcas y ballenas francas australes que coexisten en dichas aguas. Pero no en paz, ya que las crías de las Eubalenas son una de las bases de la alimentación de las orcas. Lo que pasa es que estas cacerías suelen darse mar adentro, lejos de ojos y drones indiscretos. La novedad es que esta vez el episodio ocurrió en una zona cercana a la costa y en un momento del día en que especialistas y turistas pudieron verlo y filmarlo.

De hecho, según le contó a PERFIL el doctor Mariano Sironi, Director Científico del Instituto de Conservación de Ballenas (ICB), “la depredación de las orcas sobre otros cetáceos, como la ballena franca, es un comportamiento natural y propio de un predador tope del ecosistema marino. Junto a otros investigadores, desde la década de 1970 hemos registrado estos ataques”.

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Y abundó: “Es probable que el aumento en la frecuencia de registros sea mayor porque la población de ballenas ha aumentado, y porque es relativamente alto el número de crías de ballenas nacidas esta temporada. Pero también es cierto que hay más observadores empleando tecnología como los drones, que permiten registrar estos encuentros con un nivel de detalle que era imposible hasta hace pocos años. Por otra parte, tal vez el grupo de orcas que ha protagonizado estos ataques tenga una preferencia por estas presas, pero esto por ahora es sólo una conjetura”.

Este hecho tampoco es tan novedoso. Según los investigadores del ICB “las orcas son estudiadas en muchos lugares del mundo, y su comportamiento de alimentación está muy bien documentado: se alimentan de otros mamíferos marinos y también de peces, como salmones y tiburones. Orcas alimentándose de ballenas francas han sido registradas en otras áreas de cría similares a Península Valdés, como Australia y Sudáfrica. Por otra parte, en Valdés está muy bien estudiado el comportamiento de ataque de las orcas sobre lobos y elefantes marinos”.

¿Van a repetirse estas situaciones? Los expertos en cetáceos responden que “estos ataques registrados en el Golfo Nuevo, y que han llamado la atención de la comunidad en general, son muy recientes -de apenas unas pocas semanas—. Es difícil predecir si este grupo de orcas incorporará este comportamiento de modo frecuente o si es algo transitorio de esta temporada en particular. Desde ya que es un comportamiento interesantísimo para seguir estudiando de cerca y aprender más sobre estos animales magníficos».

Un informe histórico

En el sitio del ICB se elaboró un completo informe, ilustrado por sensacionales imágenes tomadas por el investigador Nicolás Lewin. Según los expertos, el pasado 1 de agosto un grupo de orcas “fue observado en Punta Loma, en cercanías de Madryn. Allí se las vio realizando varamientos intencionales —una reconocida y exclusiva técnica de caza que las orcas locales dominan— y que usan para atacar, por ejemplo, a las colonias de lobos marinos de un pelo”.

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Más tarde, ese mismo grupo se desplazó hacia la zona de Playa Paraná, donde algunos de los ejemplares se acercaron a pocos metros de la costa. Por la tarde, se las registró atacando a una cría de ballena franca a una distancia de apenas 700 metros de la playa “Las Canteras” en el Área Natural Protegida El Doradillo, donde suele afincarse la mayor concentración de ballenas francas con crías recién nacidas.

El investigador Nicolás Lewin quien efectuó el registro audiovisual explicó que “tras recibir aviso por parte de los guardaparques, nos acercamos a Las Canteras para atestiguar el hecho. Sin embargo, el grupo ya se había desplazado hacia el norte. Fue en Playa Gaviotas y Cerro Prismático donde pudimos observar a cuatro de los ejemplares. Realizamos registro visual con dron de investigación y observamos al grupo de orcas nadando hacia el norte, no sin antes interactuar con algunos grupos de ballenas a pocos metros de la costa. Este registro fue el cierre perfecto a un día de campo donde registramos 155 ballenas en el marco del proyecto “Midiendo Ballenas”, el segundo registro más alto en un día desde que iniciamos el proyecto en 2018.“

Si bien se trata de un evento poco frecuente en esta área, los registros obtenidos aportan información de gran valor para entender mejor las interacciones entre orcas y ballenas. Y resulta que esta situación no es una novedad.

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Un estudio realizado hace ya varios años por un equipo liderado por el Dr. Mariano Sironi, del ICB, analizó tres décadas de datos recopilados por múltiples observadores. La investigación -publicada en 2008- cuenta que, entre los años 1972 y 2000, se documentaron 117 encuentros entre orcas y ballenas francas en las costas de Península Valdés.

El estudio aportó evidencia sobre cómo la presencia de orcas influye en el comportamiento defensivo de las ballenas y en la distribución de las ballenas francas australes, que comenzaron a concentrarse en los golfos probablemente para reducir el riesgo de depredación.

Presión de selección

La depredación es una fuerza selectiva muy fuerte que afecta los rasgos sociales y la selección del hábitat de las especies presas, como las ballenas.

Desde el inicio del Programa de Investigación Ballena Franca Austral del Instituto de Conservación de Ballenas y Ocean Alliance en 1971, se registraron cambios en la distribución de las ballenas francas a lo largo de las costas de Península Valdés. Durante las décadas del 80 y 90, en particular las hembras con sus crías abandonaron la zona de mayor concentración, que originalmente era la costa externa, y se trasladaron a los golfos Nuevo y San José. Esta región costera externa, que se extiende entre Punta Norte y Caleta Valdés, es justamente la zona con mayor presencia de orcas en el área.

Las orcas transmiten sus habilidades y hábitos de caza de generación en generación

En esa investigación sobre los encuentros entre orcas y ballenas francas. De los 112 analizados en detalle, en más de la mitad (56,3%) no se observaron cambios evidentes de comportamiento, mientras que en un 33% las ballenas reaccionaron con comportamientos defensivos, y en solo un 10,7% (12 encuentros) se produjeron ataques reales con registro de mordeduras, lastimaduras y sangre visible en el agua.

Estos últimos fueron también los encuentros más prolongados, con una duración promedio de 81 minutos. Además, en los ataques se observó una mayor cantidad de orcas por ballena en comparación con el resto de los encuentros.

Casi todos los encuentros analizados (91%) ocurrieron en la costa externa oriental de la península. Sin embargo, con el paso del tiempo, la cantidad de encuentros en esta zona disminuyó. Esto coincide con un cambio en la distribución de las ballenas francas, que abandonaron la costa externa —donde la presencia de orcas es mayor y se las observa depredando sobre lobos y elefantes marinos— y comenzaron a concentrarse en los golfos Nuevo y San José.

El porqué del comportamiento de las ballenas francas que regresan todos los años a Puerto Madryn y Península Valdés

Sironi explica que “es posible que las orcas evalúen el tamaño del grupo de ballenas francas y el de su propio grupo antes de acercarse y atacar. Durante los encuentros que registramos, las ballenas francas mostraron comportamientos de protección activa de las crías, como el uso de la cola como defensa, uso de aguas poco profundas y aumento del tamaño del propio grupo, que podrían ser adaptativos para reducir el éxito de la depredación. Uno de estos comportamientos interesantes es la “formación de roseta”, en la cual las ballenas adultas ubican a las crías al interior del grupo y ellas se ponen alrededor con sus colas hacia fuera, formando una “roseta” defensiva ante las orcas.”

Estrategias defensivas

A pesar del caso registrado recientemente, las crías de ballena franca no son necesariamente el objetivo principal de los ataques de las orcas en Valdés. Península Valdés reúne características que son ventajosas para que las ballenas francas reduzcan el riesgo de depredación por parte de las orcas. En este sitio, las madres y sus crías suelen nadar y agruparse en bahías poco profundas cercanas a la costa. Esto genera como consecuencia que se limiten las direcciones desde las cuales las orcas pueden aproximarse y atacar, lo que representa una ventaja defensiva para las ballenas.

La densidad y el tamaño de los grupos de orcas en este sitio son menores en comparación con latitudes más altas en el Atlántico Sur. Hay abundancia de otras presas como colonias de lobos y elefantes marinos de los que las orcas se alimentan, y tiene extensas áreas de aguas poco profundas donde las ballenas francas se concentran, probablemente para protegerse de los ataques.

Por otro lado, durante su temporada de alimentación, las ballenas francas pasan una cantidad significativa de tiempo en aguas profundas, donde la protección frente a las orcas es menor, lo que podría explicar y favorecer su migración hacia las aguas poco profundas de Valdés.

Finalmente, Sironi explicó: “se ha propuesto que la migración y la concentración de ballenas francas en zonas de cría como Península Valdés es una adaptación para reducir el riesgo de depredación individual. El abandono de la costa externa por parte de las ballenas francas en décadas pasadas redujo el número de encuentros con orcas, con la consiguiente disminución de la tasa de ataques a lo largo del tiempo. No es posible determinar de manera concluyente que la presión de predación provocó el cambio en el uso del hábitat por parte de las ballenas en Valdés. Sin embargo, nuestros datos sugieren que la «hipótesis de la predación» podría explicar en parte el desplazamiento de las ballenas francas australes hacia los golfos, donde la frecuencia de ataques es menor. Aunque los ataques como comportamiento de predación natural de las orcas sigan sucediendo, la posibilidad de supervivencia de las crías en los golfos es mayor.”

EM





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