Argentina, en la vanguardia de la preocupación climática: encuesta revela temores profundos por sequías y daños personales
En un contexto de olas de calor récord y sequías prolongadas que azotan el Cono Sur, una nueva encuesta del Pew Research Center posiciona a Argentina como uno de los países más sensibilizados ante el cambio climático.
Seis de cada diez argentinos expresan una preocupación «muy alta» por los daños personales que este fenómeno les causará en vida, un nivel que solo se ve superado en naciones como Indonesia, Kenia y Sudáfrica. Sin embargo, esta alarma disminuyó desde 2015, lo que genera interrogantes sobre la fatiga climática en la región.

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La investigación, realizada entre el 8 de enero y el 21 de abril de 2025 a 12.375 adultos en nueve naciones de ingresos medios –incluyendo Argentina, Brasil, India, Indonesia, Kenia, México, Nigeria, Sudáfrica y Turquía–, subraya cómo el cambio climático ya no es una amenaza abstracta, sino una realidad palpable que altera comunidades enteras.
En Argentina, alrededor de la mitad de los encuestados afirma que el calentamiento global afecta «en gran medida» su entorno local, un patrón compartido con sus vecinos latinoamericanos Brasil y México. Este informe, publicado esta semana, llega en un momento crítico para la agenda ambiental global, donde las cumbres internacionales buscan consensos sobre emisiones y equidad.
Preocupaciones personales y comunitarias: Argentina en alerta máxima
El núcleo de la encuesta revela una desconexión entre la percepción inmediata del impacto y la proyección futura. En Argentina, el 60% o más de los adultos considera que el cambio climático les perjudicará directamente en su existencia, una cifra que refleja la vulnerabilidad de un país expuesto a fenómenos extremos como las inundaciones en el Litoral y las sequías en el Pampeano.

No obstante, esta preocupación personal mermó en comparación con 2015, un declive que también se observa en Brasil, India, México y Nigeria, posiblemente atribuible a la normalización de eventos climáticos o a la sobrecarga informativa en medios y redes.
A nivel comunitario, los argentinos perciben efectos tangibles: al menos la mitad reporta que el cambio climático impacta «en gran medida» su área de residencia, con énfasis en la escasez de agua y sequías como las amenazas primordiales. De hecho, los encuestados mencionan las sequías o la falta de agua más del doble de veces que otros riesgos, como periodos de calor inusuales, inundaciones o el aumento del nivel del mar.
Este temor por la sequía creció en varios países desde 2015, aunque en Argentina no se detalla un incremento específico, lo que sugiere una conciencia arraigada desde hace una década, exacerbada por crisis hídricas recientes como la de 2022-2023 en el Río de la Plata.

Expertos consultados en el informe destacan que estas percepciones no son meras anécdotas: «En regiones como América Latina, donde la agricultura depende de patrones climáticos estables, la sequía no es solo un dato meteorológico, sino un disruptor económico y social», señala un análisis adjunto al estudio.
El panorama global: inquietudes crecientes en países de ingresos medios
Más allá de las fronteras argentinas, la encuesta dibuja un mapa de ansiedades compartidas en economías emergentes. Un 56% de los adultos en los nueve países se declara «muy preocupado» por los daños personales del cambio climático, con picos del 60% o superior en Argentina, Indonesia, Kenia y Sudáfrica. En contraste, Turquía registra solo un tercio de esta inquietud, ilustrando cómo la geografía y la exposición a desastres moldean las opiniones.
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La percepción de impactos locales es abrumadoramente alta: grandes mayorías afirman que el cambio climático ya altera sus comunidades, con alrededor del 50% o más en los tres países latinoamericanos reportando efectos «en gran medida». Globalmente, las sequías emergen como la mayor aflicción, citada con mayor frecuencia que tormentas intensas o calor extremo, y su mención ha aumentado desde 2015 en Indonesia, México, Sudáfrica y Turquía.

Esta tendencia subraya un patrón: en naciones de ingresos medios, donde la resiliencia institucional es variable, los efectos se sienten de manera desproporcionada en sectores vulnerables como la agricultura y el agua potable.
Demográficamente, los jóvenes (18-34 años) lideran la vanguardia de la preocupación: en la mayoría de los países, incluyendo México e India, son más propensos que los mayores de 50 a temer daños personales y a abogar por cambios en su estilo de vida. Esta brecha generacional, aunque no detallada específicamente para Argentina, sugiere un potencial motor para políticas verdes en el futuro, aunque en India se nota una menor respuesta de adultos mayores, lo que podría sesgar los datos.

La encuesta no solo diagnostica temores, sino que mide respuestas. Un 80% de los encuestados está dispuesta a realizar «al menos algunos» cambios en su vida y trabajo para mitigar el cambio climático, con solo el 18% optando por «pocos o ninguno». En Kenia, este compromiso alcanza el 53% para «muchos cambios», mientras que en Turquía desciende al 17%, reflejando variaciones culturales y económicas.
En Argentina, alineado con el grupo de menor confianza, alrededor de la mitad o menos confía en que la comunidad internacional pueda reducir significativamente los efectos climáticos, un nivel similar al de México y Turquía, en contraste con el 70% o más en India, Indonesia y Kenia. Curiosamente, en seis países –incluyendo Argentina–, una visión favorable de la ONU correlaciona con mayor optimismo sobre acciones globales, lo que resalta el rol de instituciones multilaterales en fomentar esperanza.
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Sobre responsabilidad, un 59% de los consultados prioriza las emisiones de carbono sobre la riqueza de un país para asignar obligaciones climáticas, una postura dominante en todos los naciones excepto Turquía, donde las opiniones se dividen. En Argentina, esta equidad en emisiones resuena con debates locales sobre justicia climática, donde naciones en desarrollo exigen mayor carga a potencias emisoras.
