Alberto Cormillot y su cruzada contra el viejismo
El reconocido médico nutricionista Alberto Cormillot volvió a poner sobre la mesa un tema que suele pasar desapercibido pero que afecta profundamente a millones de personas: el viejismo, también conocido como edadismo.
En una publicación reciente en sus redes sociales, Alberto Cormillot reflexionó sobre una frase que circula con frecuencia y que, aunque parezca inofensiva, encierra una carga de discriminación brutal: “Si se murieran algunos jubilados, los que quedan cobrarían más”.

Para Cormillot, no se trata de una simple ocurrencia, sino de una señal, un síntoma y una advertencia. El viejismo es un sesgo del pensamiento que discrimina a las personas por su edad, especialmente a los adultos mayores.
Cormillot lo compara con otros “ismos” como el racismo, el gordismo o el sexismo. Es una forma de mirar a los demás con prejuicio, atribuyéndoles características negativas solo por tener más años. Según el médico, el viejismo es el prejuicio más aceptado y más invisible, porque se reproduce en todos los ámbitos: desde políticos y médicos hasta publicistas, hijos, nietos y vecinos.

Lo más grave, advierte, es que los propios adultos mayores terminan creyéndolo. Se convencen de que ya no pueden divertirse, tener pareja, trabajar, aprender cosas nuevas o vestirse como les gusta. Se sienten “terminados”, descartables, y actúan en consecuencia.
“Uno empieza a estar viejo cuando empieza a actuar como viejo”, afirma Cormillot. Para desmontar este prejuicio, el especialista propone pensar la edad como una combinación de factores: Lo que dice el DNI (edad cronológica). El estado biológico (genética + estilo de vida). La imagen que uno tiene de sí mismo. La actitud frente a la vida
Preguntas
En este sentido, plantea una pregunta clave: ¿Qué edad tendrías si no supieras la que tenés? La respuesta, dice, puede revelar mucho sobre cómo nos posicionamos frente al envejecimiento. La frase que disparó su reflexión,“Si se murieran algunos jubilados…” no es solo cruel, sino que refleja una naturalización del desprecio hacia los mayores.
Cormillot invita a no minimizar este tipo de expresiones, porque son síntomas de una cultura que valora la juventud como sinónimo de productividad y descarta la experiencia. Además, señala que el viejismo se manifiesta en frases cotidianas como: “Ya está grande para eso”. “No da para que se vista así”. “A esta edad no se puede enamorar”. “¿Para qué va a estudiar si ya está jubilado?”
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