Leticia Brédice: “Mi papá quiso golpear a Andy Kusnetzoff porque yo no quería darle un beso”
Leticia Brédice y una infancia “preciosa y tremenda”
Según relató, su papá venía de vivir en Italia y, al ver la escena, se acercó y lo frenó en seco. “¿No escuchaste que te dijo que no?”, fue lo que le habría dicho en ese momento, mientras el clima se tensaba. Leticia recordó que trató de bajar la situación porque estaba en pleno trabajo, frente a cámaras. “Yo soy una nota”, dijo que alcanzó a explicar, mientras técnicos y gente del equipo intercedían para que no pasara a mayores. Para ella, lo que queda de esa historia es el mensaje: cuando una mujer dice que no, es no.
El episodio se enlazó con un recorrido más profundo sobre su vida, su infancia y su formación como actriz. Brédice definió su niñez como “preciosa y tremenda”, y se permitió mirar a esa nena que soñaba con actuar incluso cuando el hogar podía doler. Contó que, desde muy chica, se imaginaba alcanzando un sueño y se veía feliz, a pesar de todo. Esa mezcla de luz y oscuridad, dijo, la acompañó siempre y fue parte de su combustible.
Leticia Brédice y los códigos de otra época
En ese marco, reveló que empezó a interpretar escenas y personajes muy pesados desde edad temprana. “De muy chica hice papeles que me dolían mucho hacerlos”, confesó. Habló de historias extremas, situaciones violentas y roles que recién con el tiempo, la terapia y la madurez pudo dimensionar. “Llegaba a casa y quería olvidarme de la letra y de todo”, recordó. Y admitió que también le costaba recibir halagos: le daba vergüenza que le dijeran que había estado bien.
En diálogo con +CARAS, Leticia Brédice también dejó entrever cómo era el clima de aquellos años en los medios y en el espectáculo. Dijo que había códigos más invasivos y naturalizados, y que muchas cosas se daban por sentadas. Por eso, la reacción de su padre, aunque intensa, la lee como un límite puesto de manera rústica pero clara. “Para mi papá… no entendía la forma”, explicó, dejando ver que lo movía el instinto de cuidado. Hoy, esa escena le sirve para hablar de consentimiento, límites y respeto.
