Sergio Berensztein: “Milei comete el error de Macri y Kirchner, no es generoso en la victoria”



Sergio Berensztein considera que Javier Milei “pudo consolidar su proyecto político este año” a partir de un resultado electoral que “sorprendió”, en un contexto de oposición “muy fragmentada y prácticamente sin liderazgos establecidos”. Sin embargo, advirtió que ese fortalecimiento no le asegura al Presidente “la capacidad efectiva de avanzar en su agenda”, y señaló que en el Congreso ya se vieron “dificultades en ese sentido” por una postura “maximalista”, orientada a “pretender victorias políticas y simbólicas” más que a negociar y ceder. «Hace 44 años que empecé a estudiar y el concepto más importante que aprendí es que hay que ser generoso en la victoria», dijo en Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (AM 1190)

Sergio Berensztein es licenciado en Historia por la Universidad de Buenos Aires y doctor en Ciencias Políticas por la Universidad de Carolina del Norte, en Estados Unidos. Fue profesor en la Universidad Torcuato Di Tella durante 20 años y ha sido profesor invitado en universidades de élite como Stanford, Princeton y Salamanca. Fundó la consultora Berensztein de análisis político y estratégico, la cual preside. Es autor de varios libros, entre ellos Somos todos peronistas, del año 2019, y La primera revuelta fiscal de la historia, en el año 2020.

Se acaba el año y se acaba la primera mitad del mandato de Javier Milei, con además un nuevo Congreso que comenzó hace pocos días y que ya arma un gran revuelo. Así que te pido tu balance de los primeros dos años y de lo que está pasando ahora.

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Creo que el presidente Milei pudo consolidar su proyecto político este año con un resultado electoral que sorprendió, sobre todo a la luz de la elección de la provincia de Buenos Aires, apenas un un mes y medio antes de las elecciones de mitad de mandato. Eso le permite avanzar con su agenda de reformas estructurales y, sobre todo, afirmarse como un actor político ahora sí dominante, en la medida en que la oposición quedó muy fragmentada y prácticamente sin liderazgos establecidos. Esta es una primera mirada. La segunda, que yo creo que tal vez es más interesante, cuidado que esto no le garantiza al presidente Milei la capacidad efectiva de avanzar en su agenda. Vimos estos días en el Congreso dificultades en ese sentido, porque hay una postura un poco maximalista, demasiado precipitada, de pretender triunfos desarrolladores.

El presidente Mileno no se contenta con las victorias políticas de siempre, que es con negociando, cediendo, y quiere victorias políticas y simbólicas. En el caso del presupuesto, incluía esto la cuestión del financiamiento a las universidades y, a la cuestión de la discapacidad, que fue muy polémica este año, generó obviamente un escándalo que todavía sigue, de corrupción. Pero lo interesante aquí es la postura. Maximalista, que un poco es la definición del primer Milei. Pensábamos que Milei, luego las elecciones, en el contexto de la crisis, que necesitó la ayuda del gobierno norteamericano para ser superada, iba a ser un poquito más moderado, iba a abrir el gobierno, de alguna manera iba a tener un giro pragmático.

Lo tuvo parcialmente, porque efectivamente hubo acuerdos con algunos gobernadores, pero eso no se soldó en un acuerdo político de lo que uno está acostumbrado a ver en democracias presidencialistas. El famoso presidencialismo de coalición, que implica compartir el poder, por lo menos un poquito de ese poder. Así que, en algún sentido, Milei termina cometiendo lo mismo error que Mauricio Macri, de quien quiere distanciarse y a quien disfruta casi humillando, como vimos estos días, pero, curiosamente, políticamente no aprendió de su experiencia.

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¿En ese sentido, Milei vuelve a ser el de la ley ómnibus de febrero de 2024, que dice: “Si no la prueban como yo la mandé, no la quiero”, hay una revival de aquel Milei triunfante. ?

Ahí tengo un problema porque no puedo hablar con el presidente, con lo cual me estoy refiriendo con fuentes secundarias, con la gente que uno puede hablar en su entorno. Y hay opiniones divididas. Hay quienes piensan que esto es una estrategia de negociación donde el presidente se disfraza de de loco para sacar una ventaja política mayor, lo cual sería en todo caso algo políticamente interesante, sutil. Y otros que creen que no, que efectivamente es el presidente que busca estas victorias un poco más contundentes y, no ceder, afirmar su liderazgo de forma un poco más autocrática.

A ver, siguiendo con ese planteo, era lo que hacía Nixon, que jugaba de loco, entonces los otros le tenían miedo. Tenía además el ejército más poderoso del planeta. Sí, entonces él jugaba de de loco. De hecho, renunció, así que evidentemente conciencia de los límites tenía, ¿no? Y además en un sistema con contrapeso que no es el de Argentina. Entonces, una una alternativa es jugar de lo que nosotros hicimos en la apertura de hoy, el planteó del juego de la gallina, como un punto, el escorpión y la rana, por el otro lado. Es decir, estamos frente a un presidente que juega a que es loco, pero luego retrocede y es un elemento de presión, a ver si en el juego de la gallina el otro se baja. O estamos frente a un escorpión que, más allá de cuál sea su conveniencia racional, finalmente está dispuesto a modificar él con tal de que cumplir con con su objetivo. Entre las dos hipótesis, la del presidente racional o la de el verdaderamente loco que juega a la gallina siempre o es el escorpión, ¿cuál de las dos te inclinás?

Yo me inclino por un escorpión que se volvió gallina, se está volviendo gallina. Hay un proceso de aprendizaje en en todas las profesiones, nos pasa a todos en todos nuestros desafíos en la vida, que te va dando experiencia y vas a acumulando a veces frustraciones, que es el caso del presidente Milei. Los primeros dos años no fueron sencillos, al contrario. Y él tuvo un par de momentos en los cuales tuvo que regular. De la ley bases uno a la ley bases dos, la diferencia es muy interesante. La convocatoria del Consejo de Mayo también es un movimiento lateral que te pone a manifiesto una necesidad de buscar consenso. Así que yo creo que en este aprendizaje de volverse gallina, como hincha de River, eso me gratifica. Veo un presidente que, a veces, con fundamentos que devienen de su visión de la economía, que es muy singular, tiene ciertos sesgos o ciertos prejuicios. O se aferra a ciertas cuestiones que para él son así como vitales. Por ejemplo, la cuestión del equilibrio fiscal, que por supuesto Argentina necesita. Hay casi una convicción religiosa en eso y eso le quita un poco margen de negociación.

Freud decía el psicoanálisis era la manera de explicar racionalmente lo irracional, que aún lo irracional requiere una explicación racional. Tuvimos una serie incluso de debates con un historiador recién del sindicalismo argentino, él dice: el ahorro en las indemnizaciones para las empresas de financiando la seguridad social es equivalente a 0,8% del producto bruto, mientras que lo que el veto de discapacidad y de universidades es 0,7% del producto bruto. Entonces, por tanto, acá no estamos frente a un tema fiscal, estamos frente a un tema ideológico. Él considera que bajar el costo de las indemnizaciones es una inversión, no es un gasto, porque él considera que de esa manera va a haber más empresas que tomen personal y se va a dinamizar la economía y, por lo tanto, invierte 0,8% del producto, porque supone que luego, con mayor actividad económica, va a recaudar eso en mayor proporción. Y considera un gasto la inversión en educación y la inversión en discapacidad.

Desde ya, personas como vos o como yo nunca vamos a considerar un gasto sino una inversión. Lo que se lo que de. Desde su perspectiva, él ve que en un lado, o cuando le baja las retenciones a los exportadores agropecuarios, él cree que si las baja van a sembrar más el año que viene y finalmente va a terminar recaudando más, aún con menos retenciones. Esa es una perspectiva totalmente plausible del punto de vista de discusión, y que solo expos podemos ver si tiene razón o no. Ahora, lo cierto es que él se comporta como alguien que, más allá de que te asistan razones, no quiere negociar con nadie. Y así no va a poder lograr ni sus objetivos, ¿no?

Bueno, ese es el riesgo. Justamente lo que yo marcaba ahí de su postura tan maximalista. Pero dejame marcar ahí una contradicción, por lo menos sugestiva. Y es que cuando vos mirás el Ministerio de Capital Humano, ahí te llevás una sorpresa, porque en términos concretos aumentó la Asignación Universal por Hijo y aumentó el presupuesto para tarjeta alimentaria, que es una política pública implementada por Alberto Fernández. Hablando de la continuidad o los consensos en el Estado argentino que siempre criticamos que no hay, a veces sí hay. Las cosas funcionan.

Esto fue algo que desarrolló en su momento Daniel Arroyo, que es uno especialista que tenemos en materia social, y fijate que lo continúa Milei y lo profundiza. Quiere decir que hay cierta inversión social que él considera fundamental. Y de hecho aumenta el presupuesto. Quiere decir que alguien que cree que todo el gasto social es malo, es tirar la plata. Curiosamente, en dos cuestiones que le han generado muchos dolores de cabeza y que han movilizado a la sociedad civil, a la opinión pública, ahí el presidente se empecina. Y yo creo que esto es muy grave.

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Permitime conjeturar sobre eso, siempre en el terreno de las hipótesis, que es lo que podemos hacer en ciencias sociales. La única forma que él tiene, el temor que él tiene, es que que la calle lo termine volteando. Entonces, la mejor forma de tranquilizar el sector más bajo de la sociedad. Entonces, por lo tanto, inteligentemente decide colocar más más recursos en estos dos subsidios que van directamente a las personas que están en situación de indigencia. Lo que está es comprando seguridad en ese punto. Es finalmente una inversión y no un gasto, porque haciendo eso resuelve un problema político mucho más grave. Una hipótesis.

Y que la otra, con discapacidad y universidades, que la capacidad de movilización que tienen, o de daño político que tienen las universidades y discapacitados, no es el mismo que tendría todos los cortando la 9 de Julio de manera sistemática. Entonces, que lo que tenga con discapacidad y lo que tenga con las universidades, otra hipótesis, que él quiere demostrar de que no le van a modificar un veto y que, por lo tanto, es una cuestión ya no presupuestaria, es una cuestión de el orden de la autoridad. Él siente que pierde la autoridad, porque si acepta esto, mañana otros colectivos de personas damnificadas podrían obtener una ley y finalmente él no gobernaría, si no gobernaría el Congreso.

Coincido plenamente, pero fijate el riesgo. Dejemos por un momento al lado la cuestión de la discapacidad, que tiene complejidades de otro orden y que cruza toda la sociedad, y que no diferencia clases sociales, edades ni mucho menos. Pero en la cuestión de las universidades, ahí yo estoy obligado a decir cuidado. Es un terreno simbólico donde la Argentina, desde el mito de “mi hijo el doctor” en adelante, valora muchísimo la educación pública en general

Recordemos la primer movilización grande, que fue justamente las universidades, y ahí el gobierno reculó. Luego, con un conjunto de iniciativas, re rectificaron su postura claramente opuesta a las grandes universidades o las universidades públicas. Digamos también que hay que hacer un poco de autocrítica, porque se quedaron muchas universidades sociedad que son sellos y sin el capital humano ni de infraestructura física suficiente. Pero el punto central acá es que el presidente, tal vez sin querer, está regalándole un issue a una oposición que todavía no existe, pero va a existir de acá al 2027, que puede nuclear un sector enorme de la sociedad, diferentes clases sociales, diferentes regiones. Es una de esas cosas que hay que tener cuidado, porque políticamente puede ser costosa. Y tal vez con un poco de inteligencia y muy poca plata lo solucionás y evitás un potencial problema serio.

Un tema que no hablamos es del carácter de la persona. No sé cuál es la conclusión de tu experiencia respecto de cuánto los presidentes pueden modificar su carácter.

He visto presidentes modificar mucho su comportamiento a lo largo de gestiones largas. Algunos sí, otros los estudié a fondo. Pero es el caso más interesante, es el de François Mitterrand, el que comenzó como un líder socialista, más de la primera mitad del siglo XX y terminó casi como líder del siglo XXI. Con 14 años fabulosos. Uno de los últimos grandes presidentes de Francia y también de Europa. Ahí tenemos un proceso impresionante de modificación. El carácter siempre fue el mismo, pero era otro presidente, aun con circunstancias muy complejas.

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¿Cómo era que las circunstancias iban cambiando sus posiciones, pero él seguía siendo él?

o creo que en el siglo XX hemos visto lo que se llama en esa época los hombres de Estado, ahora diríamos hombres y mujeres de Estado. Esa idea de la responsabilidad más allá de los intereses personales, de las ideologías, de los caprichos a veces o de las obsesiones. ¿Qué necesita Francia?¿Qué necesita mi país? Y después preguntarme qué puedo hacer yo. Y eso se fue como diluyendo, se fue perdiendo, y ahora estamos en un mundo de individualidades. Donde las ideas, incluso algunos líderes que se creen que son nacionalistas, patriotas, etcétera, eso pasó a un segundo plano.

Y todos tienen en común que vienen del socialismo.

Exactamente, vienen de una izquierda, siempre con la idea de formar un sistema que los sobreviva a ellos. Dejar un legado de estabilidad política que para Europa era muy importante. Ese valor me parece que se fue desplazando a un segundo plano, por lo menos en los liderazgos que uno ve ahora.

Puedo arriesgar, a ver si resulta, una hipótesis que valga la pena analizar: que los líderes de centroizquierda y de izquierda son más flexibles en su capacidad de evolucionar hacia el centro, mientras que los líderes de derecha son mucho menos flexibles, menos maleables, que las ideologías de derecha son menos conmovibles por la realidad.

Hay una vieja derecha, hay una nueva derecha. Fijate el caso chileno: Piñera tenías un líder de derecha, Renovación Nacional, que demostró un pragmatismo extraordinario, capacidad realmente de trabajar con todo el sistema político. Bueno, murió de una manera obviamente muy dramática, pero el legado creo que es muy interesante. El propio Mauricio Macri, que también es una derecha moderna, flexible. Me parece que hace una generación de nuevas derechas. Algunos las llaman populistas, yo con ese término tengo un poquito de respeto: se usa para todo y no me gusta utilizar términos como populista, fascista, etcétera, sin precisar. Y aparte creo que sesga. Entonces, esta nueva derecha tiene otras características, lo ves en el propio Trump.

Esas derechas más duras, muchos líderes europeos tienen esas características. Por ejemplo, la nueva derecha en el Reino Unido, en Alemania. O lo ves también en Perú con Fujimori. Entre una generación y otra hay cambios interesantes. Hay también aprendizajes o procesos de moderación narrativa. Me sorprende en algunos casos, por ejemplo, en el caso español, la reivindicación del franquismo, como lo ves en el caso del candidato de derecha dura chileno, en la reivindicación de Pinochet.

En la reivindicación de líderes autoritarios que fueron muy cuestionados, y que parecía que eran como el nunca más nuestro. Que eso no se volvía. Bueno, en parte pone de manifiesto que tal vez en sociedades que no procesaron bien esas experiencias tan traumáticas en su momento. España nunca habló del franquismo. Acordate la frase esta de Sacristán en Solos en la madrugada: “no podemos pasar otros 40 años hablando de los 40 años”. Por no hablar esos 40 años, ahora están hablando 40 años después. Fijate qué paradoja. Esas cosas hay que hablarlas en su momento, no hay que ocultarlas debajo de la alfombra.

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La palabra populista nos permitiría colocar también a Cristina Kirchner dentro de lo mismo, y plantear la posibilidad de decir cuán flexible es ella. Pero lo que sí parece ser es que los líderes más ultra de la derecha, tanto de la primera generación de mediados y fines del siglo XX como de este siglo, parecen ser más inconmovibles desde el punto de vista ideológico. Mi pregunta era si finalmente aquella flexibilidad que tuvieron muchos de los socialdemócratas de correr al centro, la tienen estas nuevas derechas de poder evolucionar hacia el centro o si finalmente la fuente de su poder es la polarización, que obviamente, para poder sostenerse en la polarización, no pueden correrse al centro, sino todo lo contrario.

En el plano narrativo, ojo, porque en el plano de la política pública Milei es un gradualista.

Debatíamos ayer, creo, con Santangelo, el economista, que él decía que Milei no tiene un plan, eh, verdaderamente de estabilización, que apenas tiene un modesto plan antiinflacionario, porque él fue de shock solo en lo fiscal, pero no fue de shock en el plan antiinflacionario. De hecho, incluso creó inflación como parte del proceso de licuación del gasto público, porque lo que le interesaba era la reducción del déficit fiscal y tener superávit, para lo cual la inflación le venía bien. Pero que en inflación es gradualista, al punto de que tenemos 2% de inflación y vamos camino, me contaban, de que en la Ciudad de Buenos Aires las mediciones dan más cerca de tres que de dos en este diciembre, ¿no? Entonces, es cierto que, aunque parece que quiere matar a la inflación, finalmente acepta ser gradualista en la inflación. ¿En qué otros campos lo ves gradualista?

Resultó muy gradualista en la lucha contra la casta. Él se dio cuenta de que necesitaba la casta para gobernar, de hecho la convocó para gobernar. Todo el discurso anti-castas fue como perdiendo influencia. Él demostró mucho pragmatismo abandonando la dolarización, que fue su principal promesa electoral. Y fijate que, por diferentes motivos, por lo menos hasta ahora, lo fue abandonando y no hay ninguna señal de que quiera revivir ese proyecto. La pregunta es si es también gradualista en su visión de los tiempos de la administración. Cuidado que él tiene que aprovechar mucho este año. Porque el debate electoral, para bien o para mal, la Argentina, pasado el Mundial, ya se va a instalar.

Ayer acá Pichetto nos decía que es una provocación, porque obliga a los que dos veces votaron sí ahora a votar no. Lo que es imposible de digerir para la mayoría de los diputados y senadores que votaron estas dos leyes dos veces, porque tuvieron luego que juntar los dos tercios para rebatir el veto. ¿Qué objetivo podría tener, si es imposible lograrlo? O sea, no vas a lograr que esas personas voten en contra, aunque se lo coloques dentro del capítulo 11. Entonces obligás a los que son del PRO a que tengan que votar en contra lo que votaron, porque si no votan en contra de los fondos para la Ciudad. Haber hecho el desastre que hizo, que no pueda tratar rápidamente la reforma laboral a partir de este problema que generó, y luego, más tarde, provocar al PRO nuevamente con formar, junto con el peronismo, y dejar afuera a los representantes del Legislativo dentro de las auditorías, ¿tienen algún objetivo de Estado?

Hace mucho tiempo leí un buen ensayo sobre presidentes débiles, que se autoperciben débiles. Son débiles, pero se autoperciben débiles. Y el argumento era que muchas veces necesitan dar señales, enviar a los actores políticos señales de discrecionalidad, de usar el poder para que nadie dude de que tiene el poder. Me parece que puede haber algo de eso.

El problema es que el presidente tiene la oportunidad ahora, de conformar una gran coalición para una Argentina moderna, una Argentina capitalista. Y necesita para eso no solamente estas reformas estructurales, que deben salir bien: tiene que haber un debate genuino en la sociedad. Lo ideal sería que la CGT apoyara algún tipo de reforma laboral. Para que todo el mundo supiera lo que tiene que invertir, finalmente, que esto se va a respetar, que va a ser algo que la Argentina va a tomar como reglas permanentes, o por mucho tiempo. Y estos gestos o estos movimientos así, a veces tan egoístas, o que tienen más que ver con el carácter que con un proyecto estratégico, pueden conspirar contra eso. Y sería realmente una lástima que la Argentina pierda esta oportunidad, con la diferencia que uno tiene, obviamente, con el estilo de liderazgo del presidente, alguna de sus ideas.

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Pichetto decía que Milei comete el mismo error de Macri. Que cuando gana la elección ahí tiene la oportunidad de tenía el peronismo de rodillas, de poder sumar a una parte del peronismo no kirchnerista eh y no hacerlo al final en el 2019 cuando invita a Pichetto, o sea, tendría que haber invitado a Pichetto en el 2017 y formar una gran coalición y en lugar de eso avanza con la idea de que el triunfo electoral le da eh derecho de ser puros, en aquel caso amarillos, en este caso puros violetas. ¿Encontraste una repetición del mismo error de que en el momento de fuerza haría falta es el mejor momento que haría falta conciliar con la oposición y sumarla y no tratar de vencerla?

Hace 44 años que empecé a estudiar y el concepto más importante que aprendí es que hay que ser generoso en la victoria. Siempre. Y hay miles de ejemplos, el más importante es Francia fue la Primera Guerra Mundial. Entonces, tenía que haber ayudado a Alemania a reconstruirse y por el contrario le impuso condiciones imposibles de cumplir de las reparaciones de guerra que terminaron naturalmente profundizando la crisis económica, política de la República de Weimar con las consecuencias que todos conocemos, un desastre para toda la humanidad.

Yo creo que lo que la Argentina se perdió justamente es que los presidentes no fueron generosos con sus éxitos. Eso ha sido catastrófico y es un concepto que para unos es contraintuitivo. “Ahora que gané, agarrate; ahora que tengo el poder, lo tengo que usar para que nadie dude de que yo soy el que manda”. Esa concepción, por ponerlo de manera elegante, decimonónica, del poder, me parece que termina generándonos como sociedad muchísimos problemas. Le pasó a Néstor Kirchner en su momento. Creo que ahí está el punto, el “vamos por todo”, la tentación del triunfo.

RM





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